(Tobías 8,4-10) : “Tobías se levantó del lecho y dijo Sara, su esposa: «Levántate, amada, y oremos y pidamos a nuestro Señor, pues somos hijos de santos, y no podemos unirnos como los paganos que no conocen a Dios». Ella se levantó y empezaron a suplicar y a pedir el poder quedar a salvo. Comenzó él diciendo: ¡Bendito seas tú, Dios de nuestros padres, y bendito sea tu Nombre por todos los siglos de los siglos! Bendíganle los cielos, y tu creación entera, por los siglos todos. Tú creaste a Adán, y para él creaste a Eva, su mujer, para sostén y ayuda, y para que de ambos proviniera la raza de los hombres. Tú mismo dijiste: No es bueno que el hombre se halle solo; hagámosle una ayuda semejante a él. Yo no tomo a esta mi esposa con deseo lujurioso, sino con el deseo de tener hijos, en los que sea bendito tu nombre por los siglos de los siglos. Ten piedad de mí y de ella y podamos llegar juntos a nuestra ancianidad. Y dijeron a coro: « Amén, amén. » Y se acostaron para pasar la noche”.
Día quinto:El padre debe dar buenos consejos a sus hijos.
(Tobías 4,2-20) : “Llamó Tobías a su hijo y le dijo: Acuérdate, hijo, de que tu madre pasó muchos trabajos por ti cuando te llevaba en su seno. Y cuando ella muera, sepúltala junto a mí, en el mismo sepulcro. Acuérdate, hijo, del Señor todos los días y no quieras pecar ni transgredir sus mandamientos; practica la justicia todos los días de tu vida y no andes por caminos de injusticia, pues si te portas según verdad, tendrás éxito en todas tus cosas, como todos los que practican la justicia.
Haz limosna con tus bienes; y al hacerlo, que tu ojo no tenga rencilla. No vuelvas la cara ante ningún pobre y Dios no apartará de ti su cara. Regula tu limosna según la abundancia de tus bienes. Si tienes poco, da conforme a ese poco, pero nunca temas dar limosna, porque así te atesoras una buena reserva para el día de la necesidad. Porque la limosna libra de la muerte e impide caer en las tinieblas. Don valioso es la limosna para cuantos la practican en presencia del Altísimo.
Guárdate, hijo, de toda fornicación y, sobre todo, toma mujer del linaje de tus padres; no tomes mujer extraña que no pertenezca a la tribu de tu padre, porque somos descendientes de profetas. Recuerda, hijo, que desde siempre nuestros padres Noé, Abraham, Isaac y Jacob tomaron mujeres de entre sus hermanos y fueron bendecidos en sus hijos, de modo que su estirpe poseerá la tierra en herencia.
Así pues, hijo, ama a tus hermanos; no tengas con tus hermanos, ni con los hijos y las hijas de tu pueblo, corazón soberbio, en orden a tomar para ti mujer de entre ellos; pues la soberbia acarrea la ruina y prolija inquietud; y la ociosidad, bajeza y extrema penuria; porque la ociosidad es madre de la indigencia.
No retengas el salario de los que trabajan para ti; dáselo al momento. Si sirves a Dios serás recompensado. Pon cuidado, hijo, en todas tus acciones y muéstrate educado en toda tu conducta. No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan. No bebas vino hasta emborracharte y no hagas de la embriaguez tu compañera de camino.
Da de tu pan al hambriento y de tus vestidos al desnudo. Haz limosna de todo cuanto te sobra; y no tenga rencilla tu ojo cuando hagas limosna. Pon tu pan y tu vino sobre la tumba de los justos, pero no lo des a los pecadores.
Busca el consejo de los prudentes y no desprecies ningún aviso saludable.
Bendice al Señor Dios en toda circunstancia, pídele que sean rectos todos tus caminos y que lleguen a buen fin todas tus sendas y proyectos. Pues no todas las gentes tienen consejo; es el Señor quien da todos los bienes y, cuando quiere, eleva o humilla hasta lo profundo del abismo. Así, pues, hijo, recuerda estos mandamientos y no permitas que se borren de tu corazón”.
Día sexto:La mujer virtuosa alegra el hogar.
(I Timoteo 2, 14-15): “No fue engañado Adán, sino que la mujer, seducida [por el demonio], cayó en el pecado, sin embargo se salvará engendrando hijos, si con modestia permanece en la fe y amor y santidad”
(Proverbios 31,10-31): “Una mujer perfecta, ¿quién la encontrará? Es mucho más valiosa que las perlas. En ella confía el corazón de su marido, y no será sin provecho.
Le produce el bien, no el mal, todos los días de su vida. Se busca lana y lino y lo trabaja con manos diligentes.
Es como nave de mercader que de lejos trae su provisión. Se levanta cuando aún es de noche, da de comer a sus domésticos y órdenes a su servidumbre. Hace cálculos sobre un campo y lo compra; con el fruto de sus manos planta una viña. Se ciñe con fuerza sus lomos y vigoriza sus brazos.
Siente que va bien su trabajo, no se apaga por la noche su lámpara. Echa mano a la rueca, sus palmas toman el huso.
Alarga su palma al desvalido, y tiende sus manos al pobre. No teme por su casa a la nieve, pues todos los suyos tienen vestido doble. Para sí se hace mantos, y su vestido es de lino y púrpura. Su marido es considerado en las puertas, cuando se sienta con los ancianos del país. Hace túnicas de lino y las vende, entrega al comerciante ceñidores.
Se viste de fuerza y dignidad, y se ríe del día de mañana.
Abre su boca con sabiduría, lección de amor hay en su lengua. Está atenta a la marcha de su casa, y no come pan de ociosidad.
Se levantan sus hijos y la llaman dichosa; su marido, y hace su elogio: «¡Muchas mujeres hicieron proezas, pero tú las superas a todas! »
Engañosa es la gracia, vana la hermosura, la mujer que teme a Yahvé, ésa será alabada”.
Día séptimo:Los hijos deben amar y honrar a sus padres.
(Eclesiástico 3,2-10. 14-18): “El Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole. Quien honra a su padre expía sus pecados; Como el que atesora es quien da gloria a su madre. Quien honra a su padre recibirá contento de sus hijos, y en el día de su oración será escuchado. Quien honra a su padre vivirá largos días, obedece al Señor quien da sosiego a su madre: Como a su Señor sirve a los que le engendraron.
En obra y palabra honra a tu padre, para que te alcance su bendición. Pues la bendición del padre afianza la casa de los hijos, y la maldición de la madre destruye los cimientos.
No te gloríes en la deshonra de tu padre, que la deshonra de tu padre no es gloria para ti.
Pues el servicio hecho al padre no quedará en olvido, será para ti restauración en lugar de tus pecados. El día de tu tribulación se acordará El de ti; como hielo en buen tiempo, se disolverán tus pecados. Como blasfemo es el que abandona a su padre, maldito del Señor quien irrita a su madre. Haz, hijo, tus obras con dulzura, así serás amado por Dios.
Cuanto más grande seas, más debes humillarte, y ante el Señor hallarás gracia”.
Día octavo:Educar a los hijos en las virtudes es el deber primero de los padres.
(Eclesiástico 30,1-8. 11-13): “El que ama a su hijo, le corrige sin cesar, para poderse alegrar en su futuro. El que enseña a su hijo, sacará provecho de él, entre sus conocidos de él se gloriará.
El que instruye a su hijo, pondrá celoso a su enemigo, y ante sus amigos se sentirá gozoso.
Murió su padre, y como si no hubiera muerto, pues dejó tras de sí un hombre igual que él.
En su vida le mira con contento, y a su muerte no se siente triste.
Contra sus enemigos deja un vengador, y para los amigos quien les pague sus favores.
El que mima a su hijo, vendará sus heridas, a cada grito se le conmoverán sus entrañas. Caballo no domado, sale indócil, hijo consentido, sale libertino. No le des libertad en su juventud, y no pases por alto sus errores. Doblega su cerviz mientras es joven, castígalo cuando es niño, no sea que, volviéndose indócil, te desobedezca, y sufras por él amargura de alma. Enseña a tu hijo y trabaja en él, para que no tropieces por su desvergüenza.
Día noveno:Toda la vida de la familia debe estar iluminada por Cristo.
(Colosenses 3,12-17): “Revestios, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección. Y que la paz de Cristo presida vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo Cuerpo. Y sed agradecidos.
La palabra de Cristo habite en vosotros con toda su riqueza; instruíos y amonestaos con toda sabiduría, cantad agradecidos, himnos y cánticos inspirados, y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre.”